El gran proyecto de hidrógeno verde en Alemania fracasa por falta de viabilidad económica
Imagen del proyecto alemán. Diario El Español. |
Tres empresas llevaban tres años trabajando para desarrollar un electrolizador que permitiera abastecer a industrias y calefacción de los hogares.
Fuente: Diario El Español
Situado
en la ciudad de Heide, lo llamaron “el gran electrolizador de Alemania”, pero
este gran proyecto internacional se ha quedado en una gran decepción. Era el
proyecto estrella hacia la descarbonización del país, y en él el canciller Olaf
Scholz había depositado grandes expectativas para conseguir que su país deje de
usar energías fósiles en 2045 y alcance las emisiones cero neutras.
Tres
empresas, la refinería alemana Raffinerie Heide, el gigante eólico danés Ørsted
y la francesa Hynamics apostaron hace trece años por el proyecto H2 Westküste
GmbH. Su objetivo era generar 30 MW (megavatios) libres de CO2. Para ello, se
generaría hidrógeno verde a partir de las instalaciones preexistentes de la
refinería y usando energía eólica procedente de un parque offshore. Heide se
encuentra en el norteño Land alemán de Schleswig-Holstein. Esta es una de las
regiones germanas donde más abundante es la producción de energía eléctrica
gracias a aerogeneradores. En tierra y mar, ese estado federado cuenta con unas
3.600 turbinas eólicas, según datos de 2022 de la Agencia de Redes de Energías
Renovables de Schleswig-Holstein.
En
el proyecto del “gran electrolizador” desarrollado por Raffinerie Heide, Ørsted
y Hynamics, se quería utilizar energía eléctrica sobrante procedente de parques
eólicos para generar hidrógeno verde. Las instalaciones de la refinería habrían
permitido hacer acopio de su propio gas y utilizarlo para fines industriales,
la movilidad eléctrica y la calefacción de parte de la región. Esa última idea
era una absoluta novedad en Alemania. Así se presentaba el proyecto hace dos
años, cuando se hablaba de que el hidrógeno verde podría servir para calentar
214 casas de Heide en un proyecto piloto que podría empezar a funcionar en
2023.
Inviable
A
cuenta de esta iniciativa, el H2 Westküste GmbH encarnaba “un modelo para toda
Alemania y un modelo para la transición energética en materia de calefacción”,
según ha recogido el diario berlinés Die Tageszeitung, un periódico de línea
editorial más bien ecologista. Pero en este 2023 la iniciativa no se ha podido
estrenar. Ni se estrenará. Esta semana, de hecho, tocaba asumir que la realidad
económica del proyecto se había impuesto a la voluntad bienintencionada del
trío de empresas.
El
electrolizador de Heide resultaba demasiado caro. Según la cadena de
radio-televisión pública del norte de Alemania, la NDR, Jörg Kubitza,
responsable de Ørsted Alemania, justificaba el abandono del “gran
electrolizador” dando cuenta de que todo “proyecto vive de que sea
económicamente viable y esto no es algo que se haya dado”.
En
páginas económicas, el semanario Focus era de los primeros en editorializar
respecto a la decepción que ha supuesto H2 Westküste GmbH, cuestionando la
realidad del hidrógeno verde como pata infalible en la que apoyarse en el
camino hacia la descarbonización de Alemania. “El fracaso del proyecto plantea
dudas sobre la viabilidad económica de los proyectos de hidrógeno”, han
señalado en dicha publicación.
El dilema
“En
principio, el hidrógeno sigue sufriendo en este país el 'problema del huevo y
la gallina': sin proveedores existentes, no hay mercado que pueda comprar el
hidrógeno. Pero sin un mercado existente, los proveedores no pueden hacer que
sus proyectos sean económicamente viables”, abundaban en Focus a cuenta del
fracasado proyecto.
Los
poderes públicos alemanes, sin embargo, llevan ya tiempo defendiendo al
hidrógeno verde como alternativa en su particular lucha contra las emisiones de
dióxido de carbono. De hecho, no es cosa de Olaf Scholz el querer poner a su
país a la vanguardia de la producción y explotación de ese recurso energético.
En
2021, aún en tiempos de la canciller Angela Merkel, su ministro de Economía,
Peter Altmaier, dijo que querían “ser el número uno del mundo en las
tecnologías del hidrógeno verde”. Para apoyar a los 62 proyectos alemanes que
había entonces se pusieron 8.000 millones de euros sobre la mesa. H2 Westküste
GmbH también contaba con ayudas públicas. El Estado había comprometido 36
millones de euros. Y ese dinero, no hace tanto, se consideraba una prometedora
inversión pública.
Lugar perfecto
Se
tenía asumido que en pocos lugares de Alemania concurrían tantos factores a
favor de obra. Por ejemplo, una refinería con gasoducto y medios para el
almacenado del gas, energía eólica abundante de la región y el interés de la
empresa pública responsable de la calefacción en Heide para usar ese hidrógeno
verde.
En
palabras a la NDR de Sandra Niebler, ingeniera responsable de Raffinerie Heide,
estábamos ante “un punto práctico en el que poder obtener 30 MW por
electrólisis”. Pero eso no ha bastado en Heide. “Se ha cancelado un primer
pasito”, ha dicho a cuenta del fracaso empresarial el político ecologista y
ministro de Medio Ambiente de Schleswig-Holstein, Tobias Golsdschmidt. Ahora
bien, no parece que la experiencia de H2 Westküste GmbH vaya a disuadir en el
intento de usar el hidrógeno verde como elemento en la planeada
descarbonización alemana.
No
lo ha hecho tampoco que haya análisis como el que presentaba en octubre el
diario económico Handelsblatt señalando que el hidrógeno verde sigue siendo
“demasiado caro”. Dicho análisis, en realidad, lo firmaba la empresa de
consultoría estadounidense Boston Consulting Group, cuyas cuentas ofrecían un
precio del kilo de hidrógeno verde de entre cinco y ocho euros. En Alemania se
venía pensando que el precio de referencia eran 3 euros por kilo, según el Die
Tageszeitung.
Entre
tanto, desde que el pasado mes abril Alemania cerrará las tres centrales
nucleares que quedaban en funcionamiento en su territorio, el país se ha
convertido en importador neto de energía eléctrica. Los precios energéticos
siguen siendo un lastre para la industria del país, que sigue acusando el
haberse despedido de un gas que, a diferencia del hidrógeno verde, resultaba
más barato. En concreto, del gas natural ruso, un recurso limitado por Berlín y
por Europa como consecuencia de la ilegal invasión de Rusia contra Ucrania
iniciada en febrero de 2022.
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